sendero

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domingo, 23 de febrero de 2014

UNIVERSO, PALABRA, PURIFICACION, DISCIPULADO




Al igual que en el proceso creador del Universo, la divinidad crea inicialmente un espacio invisible, en el que desarrolla su plan. Igualmente nosotros debemos hacer eso en nuestras vidas, debemos un poquito seguir el derrotero de la divinidad en el proceso de creación. Durante el proceso de creación, inicialmente la divinidad que es el absoluto, el Todo Absoluto, surgiendo de la nada, entra en una situación de Ser ilimitado y a partir de allí surge la Luz ilimitada y a partir de ésta, surge una creación. Para que Dios haga esa creación debe generar un espacio vacío dentro de sí mismo. Esto lo debemos hacer en nuestra vida. Ese vacío dentro de Sí mismo es el que va a ser ocupado por la creación. Con ese vacío la divinidad va a crear una serie de seres finitos,. Dentro de lo ilimitado se crea un espacio en el cual surge un ser finito. Es como si de repente la Madre Divina, la Madre Cósmica, hubiese quedado en embarazo. Hace un espacio dentro de Sí mismo y crea un gigantesco útero vacío que va a ser llenado y el resultado es un ser individual que es su creación. Va a estar unido a la Madre Cósmica por un cordón umbilical, que es el cordón de la divinidad. Nosotros igualmente estamos unidos a nuestra Madre Cósmica por un cordón de luz, por un cordón por donde la divinidad nos toca a cada uno de nosotros en un punto que es un rayo de luz de la divinidad. Nosotros somos un rayo de la divinidad. Una parte de la divinidad. Un fragmento de esa luz. Así mismo como entes individuales generamos un espacio de creación en cada encarnación. Debemos crear dentro de nosotros un lugar especial, un vacío inicial. Como buen vacío adentro de ello no existe nada. Entonces en el proceso de trabajo del discipulado, nosotros creamos un vacío, en el que después vamos a colocar todo el fruto de nuestro trabajo como discípulos para llegar al Maestro. Cuando ese discípulo esté totalmente lleno o el Maestro pueda llenar ese vacío en nosotros entonces habremos terminado nuestra obra. Así como un día la divinidad a través del rayo de luz haya llenado totalmente el espacio vacío, entonces ese espacio deja de estar vacío y lo ilimitado vuelve a ser, que es lo que ocurre en una noche cósmica, en el gran Pralaya, en una gran disolución. Para nosotros también hay una noche cósmica que es la muerte física y cuando estemos en la muerte física todo el vacío será llenado. Pero si el vacío no es llenado completamente debemos volver a la encarnación. Debemos revivir el proceso de la creación hasta tanto la luz divina nos llene a nosotros. Entonces hemos de crear un pequeño espacio vacío. Alguien decía: “Para poder saber, hay que primero ser consciente del estado de no saber”. Ese espacio vacío es nuestro estado de no saber. En ese sentido, hemos de hacernos unos profundos investigadores. Es como si  nosotros no sabemos cómo es el tema del Maestro, el discipulado, el recorrido espiritual. Si entramos en ese estado de no saber, vamos a tener la necesidad de saber. Todo vacío que se crea, genera la necesidad de ser llenado. Entonces genera un espacio infinito. Si en una gran fuente de agua yo decido revolver, se comienza a formar allí una espiral en el centro, un remolino, y adentro del remolino se hace un vacío intenso. Para que ese vacío se sostenga tiene que existir una fuerza activa, poderosa, de voluntad, de movimiento, tiene que haber alguien que esté moviendo la sustancia primigenia que en este ejemplo, sería el agua. Si se suspende la voluntad de aquel que quiere generar el vacío pues simplemente el remolino colapsa. Entonces siempre está la voluntad divina de Dios sosteniendo la creación y siempre tiene que estar nuestra voluntad de querer generar el vacío de no saber allí. Siempre tenemos que reconocer que no podemos con nuestra mente ordinaria y racional saber acerca de este proceso. Si somos conscientes de este estado de no saber, entonces al igual que el remolino está todo el tiempo tratando de absorber el agua de alrededor con el objeto de llenarse, en la medida en que quite yo la fuerza que genera el remolino que se va a llenar, entonces igualmente ese espacio vacío que se crea por mi conciencia de no saber suficiente, va a generar el deseo de ser llenado por la luz de la sabiduría. Esto es importante, en este proceso. Se llama el Trishna de la sed de saber. Despertar el punto en el corazón, según los kabalistas. Surge entonces en el ser ese deseo de ser llenado , no por un conocimiento ordinario, sino por la sabiduría de la luz divina. Este es el primer estado importante. Luego el Creador, comenzó a llenar ese espacio vacío con una serie de dimensiones. El número de dimensiones varía dependiendo el tipo de filosofía desde el cual abordamos el tema. Las dimensiones son estados de la materia y estados del Ser, niveles vibratorios. Para el caso de nuestro sistema solar, los niveles vibratorios son 7, que nosotros llamamos los 7 mundos. En nosotros existen esos 7 niveles. Así como el Creador, al retirar de el la conciencia y crear un vacío, crea una precipitación de su luz que va generando distintos niveles de vibración  de la energía que es la creación, para poder crear un espacio finito y mundos finitos, el Creador debe hacer ese espacio dentro de Sí. Nosotros debemos hacer un espacio dentro de sí que es un espacio interior, donde debemos contemplar que el Universo está conformado en niveles vibratorios o mundos y hemos de ser conscientes de ellos y de que dentro de nosotros al igual que dentro de Dios existen esos niveles porque nosotros somos simplemente una cristalización, un microcosmos, reflejo del macrocosmos. Entonces esos niveles están dentro de nosotros plenamente establecidos, eso es lo que llamamos diferentes niveles de vibración. Alrededor de nosotros están los diferentes niveles de vibración donde habitan diferentes clases de criaturas diferenciadas. Desde las jerarquías angélicas hasta llegar al plano más denso donde están los cuerpos físicos de hombres, animales, plantas, minerales. Entre más denso sea el plano que miramos, más difícil es ver allí el punto de conexión de la luz divina que cada ser tiene con el Ser ilimitado o infinito. Si pudiéramos mirar en un mundo tan elevado como el mundo de Dios, allí veríamos casi que el Rostro de la Divinidad. Pero cuando miramos a través del plano físico, escasamente podemos ver su forma. Y cuando decimos miramos no se refiere a una entidad aparte de la Divinidad porque nosotros aunque existimos por obra del Creador, no somos seres separados del Creador. Somos el Creador mismo. Somos diferenciados, somos la conciencia divina universal que se expresa a través de diferentes formas. Allí hay un punto difícil para el aspirante. Cuando se llega al punto de quién es el que ve, quién es el observador, quién es el que mira la creación, quién es el que busca a Dios. En este sendero del discipulado quién es el que busca a Dios, quién es el que busca al Maestro. Hemos de diferenciar entre diferentes estructuras. Las estructuras que nosotros diferenciamos dependen del nivel de conciencia. El Creador se sumerge en cada uno de los diferentes mundos o niveles vibratorios y en cada uno de ellos adquiere un nivel de conciencia distinto. El se diferencia y se multiplica en miles y millones de criaturas. Cada una de esas criaturas es como una chispa de una gran llama, pero de acuerdo con el mundo donde esa chispa está enfocando su conciencia, esa chispa de la divinidad que es Dios mismo va a adquirir una conciencia distinta, de lo que El es. Entonces en el punto donde nosotros los seres humanos nos encontramos, el tipo de conciencia que adquirimos es que somos unos seres individualizados y que estamos separados de la Divinidad. Que existimos aparte. Es el nivel a partir del cual nosotros iniciamos una búsqueda distinta. Una búsqueda de la divinidad en dos sentidos, uno hacia afuera y uno hacia adentro. En el sentido hacia adentro tratamos de descubrir el Dios que hay en nosotros, que somos chispas de esa divinidad, seres espirituales, almas, monadas, como lo queramos llamar. Y en la búsqueda hacia afuera, inicialmente necesitamos reconocer que los seres semejantes a nosotros, que están a nuestro alrededor, esos seres son también una chispa de la divinidad y que adentro de cada uno está otra de esas chispitas de la gran llama universal. Y además debemos ser conscientes posteriormente de que no solo en los humanos está esa chispa de la llama universal sino que también está en animales, plantas, minerales y que está en cualquier cosa que mi conciencia pueda apreciar como una parte individualizada. Allí en cualquier cosa, vaso, pared, planta, animal,  hay un pedacito de la divinidad expresándose a través de esa estructura. Cada una de esas pequeñas chispas de la divinidad tendrá pues un grado de conciencia diferente, más no porque la conciencia en unos duerma, en otros sueñe y en otros esté despierta y en otros esté en absoluta inconciencia. Es la misma chispa que se expresa en una criatura que aparentemente está dormida y en otras está despierta. De eso debemos ser conscientes nosotros en este proceso. Nosotros somos también un conjunto de partículas individualizadas. Gozamos de las dos cualidades de la divinidad. De la cualidad de lo infinito que es el atributo del Ser Ilimitado y de la cualidad de ser finitos. Por un lado somos finitos es decir nuestro límite aparente es la piel. Pensamos que cada ser termina ahí. Y biológicamente y desde la dualidad, ahí termina nuestro organismo sobre el cual el espíritu tiene control directo. Sin embargo, si nos adentramos en la estructura y forma de este paquete que nosotros llamamos el cuerpo físico, vamos a ir a los tejidos, los órganos y dentro de los órganos encontramos las células, dentro de las células encontramos las macromoléculas, allí encontramos átomos, en los átomos, partículas, en las partículas, subpartículas, hasta llegar a paquetes de energía. Y podemos ir dividiendo y subdividiendo en partículas cada vez más pequeñas hasta que nos sumergimos adentro por lo pequeño en un mundo infinito, inconmesurable, miles de millones, de millones, de millones de subpartículas son las que conforman nuestra estructura física. De alguna manera pues hay un límite pero de otra, el campo es ilimitado porque al observar como se agrupan esas subpartículas, vamos a ver que son módulos que no son estacionarios, que no están fijas, sino que se están intercambiando constantemente con todas las partículas del universo. Nuestros quarks,nuestros pequeños paquetes o cuantos de energía están constantemente entrando y saliendo de nuestros cuerpos. Además las moléculas también las introducimos a través del alimento e intercambiamos átomos y moléculas con el espacio exterior. Todo el tiempo nos estamos transformando, siendo nuestros vehículos un río completo de energía, que se está transformando. Y al haber un intercambio con todo el Universo infinito , en ese sentido, somos infinitos, somos un paquete aparentemente finito que está conectado con el infinito. De eso debemos ser conscientes. Pero la divinidad, no generó ese proceso de creación al azar, no fue algo casual. Sino que antes de que la creación se diera Dios tenía un Plan. Existe una mente universal que se llama en el lenguaje de los vedantas “Mahat”, la mente universal, la gran mente. Dentro de esa gran mente, Dios concibe un plan para el Universo. Así nosotros en nuestro proceso del camino del discipulado, o para nuestra propia encarnación debemos concebir un plan. Por supuesto que el Plan que Dios hizo, no fue un plan simple , fue un plan bastante complejo y fue un plan de la naturaleza del mismo Dios que creaba el plan. La naturaleza de la divinidad, del Absoluto, es la trascendencia. El objetivo del plan es alto. No es el resultado de la propia creación. Trasciende a la propia creación. Así, el objetivo de nuestro plan de vida debe ser un objetivo trascendente. Es decir, que vaya más allá de nuestra propia existencia como seres humanos. Es un objetivo largo, a largo plazo.Porque este proceso del discipulado es un trabajo largo, que no es fácil. Quiero que veamos que aunque hemos tenido la suerte por lo que hayamos hecho, el dharma, por lo que nos haya correspondido o por la Gracia Divina, de encontrar en esta encarnación a un Maestro, no quiere decir que por eso el camino de nosotros sea completamente liso y llano, sino que apenas es una vislumbre. Es la Gracia Divina, la que nos pone en la puerta del comienzo del caminar. Pero ese trabajo implica un entrenamiento. Es un entrenamiento serio. No es un entrenamiento pasivo. No es sentarse a esperar que la luz del Maestro nos invada porque si, o que la luz nos invada porque si porque fuimos elegidos como patriarcas de la humanidad. Nosotros debemos merecer la posibilidad de que la luz del Maestro o la luz de la Divinidad, fluya a través de nosotros, una vez que esos velos para ver la divinidad que siempre ha estado ahí, sean rotos, o sean descorridos. Y ese trabajo del entrenamiento, debe ser un trabajo día a día, como es el trabajo que hace la gota que taladra la roca. Es diario, persistente, es un trabajo que uno va a hacer durante toda la vida. Los Maestros terminan su encarnación y así hagan un Maha Samadhi siguen trabajando del otro lado y siguen en un proceso continuo de ascenso. El objetivo final es el encuentro con la divinidad, esa debe ser nuestra meta trascendente. Ver a Dios cara a cara. La sagrada escritura dice: “Nadie puede ver mi rostro y vivir”. Porque como hemos dicho una vez uno se planta frente a la divinidad, se disuelve en ella. Por eso no puede vivir como una criatura diferenciada. Se alcanza la conciencia, una vez que la divinidad se ve en  su propio espejo, ahí termina el juego de la Creación. Nosotros como criaturas diferenciadas, seres que aparentemente somos diferenciados visto desde la dualidad, nosotros somos simplemente como los pequeños puntos diminutos que forman la película del espejo en que la divinidad se mira todo el tiempo. La divinidad necesita ver su rostro completo. Es el rostro visto desde lo finito, para un ser infinito que no conoce lo finito. Es un juego. La divinidad quiere verse de otra forma. Entonces se contempla en nosotros que somos partículas individualizadas, y cuando cumpla su objetivo total, entonces termina la labor de la creación. Esa labor de la creación es un día de manifestación. Un gran día de Brahma como llaman los orientales. La creación está formada por muchos días de Brahma. Una creación donde Dios crea y descrea. Crea universos y los descrea. Cumple su objetivo y se mira a sí mismo y se vé en múltiples facetas, es como si nosotros todos los días quisiéramos vernos en espejos distintos, contemplar facetas diferentes de nuestro ser, construyéramos y contempláramos todos los espejos en los que nos reflejamos. Este es el juego de la creación divina. Hemos de ser conscientes de que ésta no es la única creación que existe. El sistema solar no es el único sistema organizado donde la vida existe como tal. El sistema solar es un espacio particularizado, dentro de los posibles vacíos y las posibles creaciones, que un Dios puede hacer. Pero sería muy egoísta pensar que somos los únicos en este espacio infinito. Este espacio donde está la creación, realmente es finito. Pero es tan grande, que a nosotros nos parece infinito. Para donde mires te parece que no hay un punto, sin embargo, si hay un límite. Donde el límite de la creación termina se encuentra la luz de la divinidad, se encuentra lo ilimitado. Terminan las dimensiones, las diferenciaciones, las separaciones y allí está el espacio infinito. Lo que siempre ha sido, es y será. Ahí está. Ese es el límite. Nosotros vivimos dentro de ese útero gigantesco de la Madre Cósmica y aquí es donde desarrollamos este proceso de encarnación. Este vacío sin embargo, no es el único, no somos los únicos seres. Sin embargo, cada uno de los universos si es único en su forma, en sus niveles, en sus seres, hay algunos similares, algunos sistemas solares que son como nuestros hermanos, pero habrá otros que simplemente son parientes,y habrá otros que son de otras familias. El universo está lleno de múltiples galaxias. Las galaxias forman cúmulos de galaxias que son grupos de galaxias gigantescas. Una galaxia vista desde la dualidad, como la nuestra, tiene cien mil millones de años luz. Quiere decir que si pusiéramos un rayo de luz en el comienzo de la galaxia tardaría cien mil millones de años en recorrerla de un lado al otro a la velocidad de 300.000 Km/seg. Esa distancia casi no cabe en nuestra  cabeza. Pero la Vía Lactea es una galaxia pequeña. Hay unas mucho más grandes y hay millones de galaxias en este Universo creado y este cúmulo de galaxias es simplemente un cúmulo. Hay otros, en otros rincones del Universo con formas distintas y con cuerpos celestes completamente diferentes a los que conocemos. Al juntarse los cúmulos de galaxias forman un Universo. Pero este Universo es solamente un Universo particular de muchos universos. Este Universo al igual que un ser humano un día muere. También tiene su muerte, un pralaya universal. Y vuelve a renacer como otro universo con millones de galaxias. Nosotros somos apenas un pequeño punto en ese espacio infinito, y ahí desarrollamos nuestra actividad. Sin embargo a pesar de ser una simple chispa en todo el universo, este sistema solar tiene una alta complejidad, cualquier criatura diferenciada dentro de él, es de un nivel bastante grande y tiene dentro de sí una chispa divina, de ese rayo de la luz divina, que es el que ha permitido esa expresión como ser individualizado. Nosotros debemos imaginarnos como sumergidos en un Universo grande, esto nos hace ver la importancia de lo que somos. En el camino del discipulado, uno debe tener una idea de su propia estatura. La estatura de un discípulo es su identidad con Dios. Y el objetivo es lograr ver frente a frente esa identidad con Dios y más que verla con los ojos físicos es poderla percibir desde la propia luz divina. Es permitir que la luz divina se mire a sí misma. Permee toda la estructura y logre ver la diversidad de lo que es. Aquí en lo finito. Cuando eso ocurre, cuando el ser logra verse a sí mismo, como un ser que es el resultado de la proyección de la luz del infinito, entonces todo el poder, todo el amor y toda la obra y posibilidades  del infinito se desarrollan  dentro del ser, en la vida de la persona. Entonces, nuestro objetivo debe ser un objetivo trascendente. No es simplemente, encontrar cara a cara al Maestro, porque a lo mejor el Maestro no nos quiera mostrar su cara. No es ese el objetivo. El objetivo es encontrarnos a sí mismos . El Maestro está ahí como un Ser que no tiene ninguna necesidad por si mismo y para si mismo de estar acá. Es un ser que alcanzó una estatura muy alta y tiene pendiente otros escalones para ascender, porque vamos avanzando escalón tras escalón, mundo tras mundo, alcanzando diferentes niveles de conciencia hasta alcanzar nuestra identidad con la divinidad. Estos Maestros no tienen ninguna necesidad de estar aquí por sí mismos, ni para sí mismos. Están aquí porque desean cooperar con la obra de la iluminación de la creación. Y el objetivo de estos Maestros no es que los veamos a ellos. No es que los sigamos a ellos. No es que seamos idénticos a alguno de ellos. Es que cada uno de nosotros sea un auténtico seguidor de su propia luz. Ese es el objetivo real. Así que en nuestra visión trascendente nosotros lo que necesitamos observar es que todo el tiempo estemos en la búsqueda de la propia luz de la divinidad que existe dentro de nosotros. Eso es algo grande. Esto puede llevarnos una o varias vidas… no importa el tiempo. Pero debe en este camino del discipulado convertirse en el objetivo último, primordial y principal. La iluminación es un proceso que se alcanza gradualmente. Pero la iluminación total o final es precisamente esa percepción del ser desde la divinidad. Es la divinidad, percibiéndose a sí misma a través del ser y ese es nuestro objetivo fundamental. El enemigo número uno de ese objetivo fundamental, es la oscuridad que existe en nosotros. Somos un conjunto de luz y oscuridad. Y el enemigo número uno de ese objetivo será nuestra propia oscuridad. No es la oscuridad del universo, ni del mundo ni de las demás personas, es la propia nuestra. Y esa oscuridad es la que nos ha hecho pensar que nosotros somos seres separados, individualizados, como reyes de la creación.  Y esa distorsión de la visión de la existencia desde la conciencia dormida de la divinidad , se llama el ego en nosotros. Y ese es el amigo-enemigo primordial. Lo llamo amigo-enemigo porque la divinidad solamente se puede revelar a través del ego. El ego es la estructura de la personalidad y se necesita todo el equipo completo para poder ver la luz de la divinidad. Se necesita el cuerpo físico, etérico, astral y mental , el Atma, Budhi, Manas, se necesita esa luz divina, porque es a través de ese telescopio, que nosotros vamos a ver a la divinidad. Es decir que la divinidad se va a contemplar a sí misma y se necesita de un equipo fuerte porque la luz de la divinidad va a permear la estructura y la luz de la divinidad es la luz infinita. La luz infinita es una luz poderosa. Tiene todo el poder, el amor, la luz y la inteligencia del  universo. Este universo, esta creación, en este momento es incapaz de soportar toda la luz de lo ilimitado, y si toda la luz de lo ilimitado se pudiera precipitar en este instante en el universo, el universo simplemente sería destruido, explotaría. Entonces igualmente, nosotros, en el estado en que nos encontramos, somos simplemente incapaces por estructura de observar, de permitir que la luz de la divinidad permee en nosotros. Entonces nuestro primer trabajo es convertirnos en vasijas fuertes, en receptores muy fuertes, en seres muy capaces de soportar la luz de la divinidad. Para eso necesitamos, como hemos dicho siempre en nuestro proceso, desarrollar una personalidad fuerte, grande, intensa, valiente, osada , una personalidad que sea capaz. Todos los seres que se convirtieron en Maestros desarrollaron unas personalidades muy fuertes y siempre estuvieron como en el límite entre la expresión de la divinidad a través de esa personalidad y la expresión de su ego. Porque se convierten en seres muy magnéticos. Una vez que una personalidad está suficientemente fortificada, desarrollada, iluminada, purificada, se convierte en un foco magnético impresionante. Comienza a atraer, atraer y atraer. Cuando eso ocurre el ser puede ser nuevamente confundido con un sol, puede creerse un sol, y esa es la autotrampa más grande del ego. Ahí podemos caer. En la medida en que damos pequeños pasos, vamos alumbrando un poquito de conciencia , vamos a ser seres un poquito más luminosos, con una mayor claridad, con una capacidad de comunicación, de entrega y de atracción de fuerzas de luz, de capacidad de sanación, de transmisión de paz, de amor hacia la gente y la gente va a venir a nosotros y cuando eso sucede podemos decir “Ah, soy grande”, la trampa más grande del ego. Entonces siempre tenemos que tener un ojo puesto en la divinidad y el otro ojo puesto en el ego para evitar esos movimientos. Sin embargo, es importante que esa personalidad crezca como estructura, pero no como la estructura que dirige y gobierna, sino como la estructura que permita que la luz dirija y gobierne. Entonces hay que mantener siempre el ego a raya. Hemos dicho en todo este proceso, la importancia del poder de la palabra y hoy quiero que veamos que tan importante es la palabra en nosotros, La palabra es la medida del corazón del hombre. En el libro de la Sabiduría hay una máxima que dice: “De la abundancia del corazón habla la lengua”. Eso no quiere decir simplemente que el contenido emocional se refleje en nuestras palabras. Este tema está conectado con el ritmo y regularidad en el estudio y en el entrar a temas densos que sacudan nuestra mente. El universo fue creado por el poder de la vibración. Algunos dicen específicamente, fue creado por el sonido, otros que fue creado por el verbo. Como dice el evangelio gnóstico de San Juan..”y en el principio era el verbo y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, El verbo es la palabra cristalizada, es la creación misma, que se precipitó y dio lugar a una estructura organizada. En el hombre que es un microcosmos, este fuego de la aparición de la palabra, tiene que ver con el proceso de creación de sus propias estructuras y su propio plan de vida. Las palabras son fuerzas. Las palabras escritas simplemente son una grafía, un símbolo, pero ese símbolo tiene un contenido energético. La palabra como tal escrita o hablada tiene como trasfondo una energía. El universo fue creado por esas energías, unas energías organizadas. Según la kabbalah fue creado por 22 energías, en nuestras vidas diarias como discípulos que estamos siguiendo un camino, esas energías son los 12 signos del zodiaco, las 7 fuerzas de los 7 rayos que encajan con los 7 planetas menores, más los 3 planetas superiores. Estos simbolismos representan también otras cosas. Son también 12 jerarquías creadoras, son también 7 rayos, son también las fuerzas de la trinidad. Nosotros tenemos todas esas fuerzas inmersas en nosotros y las palabras que nosotros pensamos, escribimos, leemos o pronunciamos están cargadas de esas energías de la creación. Nosotros tenemos la habilidad de pronunciar palabras y pensar en palabras, habilidad que no tiene el animal, la planta ni el mineral. Ni siquiera otras criaturas de la creación como los elementales o algunos de los coros angélicos tienen esa habilidad de pronunciar la palabra y generar el sonido cósmico interno en nuestro pensamiento o externo cuando enviamos nuestra comunicación al mundo. Esta palabra, es lo que sigue a la generación de un plan de creación. Lo que siguió a la creación del plan cuando ya fue a comenzar la precipitación del universo , cuando se genera el primer centro de energía a partir del cual surgirá la creación, aparecen las palabras, aparece el verbo, el sonido cósmico creador. Entonces en nosotros ocurre lo mismo. Cuando ideamos un plan, un plan podría ser un deseo muy elevado, hemos dicho que así como nosotros buscamos en nuestra mente un alto poder, un nivel diferente del pensamiento, buscamos en nuestro mundo emocional el nivel más alto del sentir. Desde ese nivel más alto del sentir, nosotros deseamos algo alto y trascendente para nuestra encarnación. En ese caso nuestro objetivo primordial es el hallazgo de la luz divina que existe en nuestro interior y en el interior de cada criatura viviente. Una vez que se crea ese plan primordial, surgen en nosotros las palabras. Es decir, el plan lo convertimos en palabras, son nuestros pensamientos, nuestras ideas del plan. Ese plan se va fraguando. Primero en lo abstracto, por eso creamos primero en vacío un deseo, un estado de no saber. En ese estado de no saber, va a surgir el deseo de saber. El deseo de recibir la luz. Y eso se va a ir llenando por la misma luz de la divinidad, que en este caso va a ser transmitida a nosotros por la jerarquía y el Maestro porque hemos pedido su ayuda y hemos decidido encontrarnos con el. Entonces el plan va a ser llenado, va a empezar a llegar luz, que va a formar allí en un mundo ideal abstracto un plan porque nosotros dimos ese permiso, desde nuestra alma y desde nuestro corazón damos el permiso de que se forme y se geste ese plan. Ese plan se va a convertir en una serie de ideas y va a aparecer en nuestro pensamiento y se va a convertir externamente en una serie de conocimientos, que no son los conocimientos ordinarios en los que está enfrascada la civilización, sino que es el conocimiento de las cosas de Dios. Ese conocimiento de las cosas de Dios comienza a llenarnos y se convierte luego en una serie de palabras. En la medida que nosotros seamos seres con una alta capacidad receptiva para recibir la luz, entonces nuestro pensamiento debe hacerse más rico. Nuestro idioma, nuestro léxico debe hacerse más rico, nuestro juego de palabras debe hacerse más rico. Si no está haciéndose más rico, debemos procurar que lo sea. Por eso necesitamos un estudio intenso, porque necesitamos conocer muchas palabras detrás de las cuales estén las fuerzas que nosotros estamos recibiendo. Recibimos esa fuerza divina a través de la palabra, a través del sonido cósmico que en nosotros se convierte en nuestro pensamiento y en lo que hablamos. Así que si nuestras palabras siguen siendo las mismas que se usan para expresar las cosas ordinarias del mundo, la luz que estamos recibiendo es la luz que recibe el mundo en forma ordinaria y cotidiana. Entonces nuestro léxico se hace más rico, más fuerte y más profundo, entonces las fuerzas que están detrás de ese conocimiento de las cosas divinas comienzan a entrar en nosotros, en nuestra alma, y en el corazón y en la mente y nos comenzamos a llenar de toda esa potencia de la divinidad.  Es algo mágico. La palabra es realmente una cosa mágica. Así que por eso es que insistimos que seamos muy cuidadosos con las palabras que utilizamos. En la palabra que nosotros pronunciamos va nuestra intención. A través de la palabra seguimos la ruta del ego. De cómo una persona habla podemos deducir lo que hay en su corazón, lo que hay en su alma. Pero no estamos haciendo este ejercicio para rastrear las palabras de los demás sino para rastrear las propias. Y para observar cuando hablo con que intención hablo, cuando le digo algo a alguien que hay detrás, cual es la fuerza que está detrás de esas palabras. Porque hay fuerzas superiores, hay fuerzas medias y fuerzas inferiores. El ego también usa las palabras, como las usa el espíritu, porque el ego es una construcción es una estructura que es parte de la divinidad. Cumple su propio propósito. Pero esas fuerzas de la estructura inferior que nosotros llamamos la personalidad, el cuerpo, la energía, las emociones y el pensamiento ordinario que en este momento se creen los dueños de la creación, de la estructura, de todo, y que nos hacen creer que somos individuos separados, que hemos de ser muy exitosos y famosos en este planeta, esas fuerzas están congregadas en cierto grupo de palabras y de conocimiento. Si solo tenemos ese grupo de palabras y conocimiento entonces el ego nos controla. Pero si adquirimos otro léxico, un léxico más profundo, que sería el lenguaje de las cosas divinas, el lenguaje de la divinidad, entonces el ego comienza a perder su predominio y si comenzamos a seguir la ruta de nuestras palabras y de sus emociones y de sus intenciones, si nos damos cuenta cuales son los términos, el lenguaje, las intenciones, las entonaciones que el ego usa y las cambiamos por ese lenguaje diferente, entonces la luz de la divinidad que está detrás de ese nuevo léxico que pertenece a las cosas divinas comienza a entrar en nosotros.  El ejercicio fundamental para la elevación de la energía y el cambio del léxico es la purificación  de la estructura y la meditación profunda, y a eso le sumamos el estudio a través de diferentes focos para que uno no se vaya a fanatizar en ninguna escuela específica. El estudio de las cosas divinas. Observemos la transformación que haya tenido una persona que se dedica con mente abierta al estudio de las cosas divinas. Y aquí hay que diferenciar la mente abierta y la mente obtusa. Si con mente obtusa me dedico a estudiar un libro y creo que el libro es la única verdad, entonces me cierro. Utilizo un léxico restringido acerca del conocimiento de las cosas divinas y el yo se apodera de ese léxico y me hace creer que soy un elegido o que simplemente ya conozco la verdad perfecta. Eso es lo que le ocurre a un fanático. Si estudio la escritura o la sabiduría con mente abierta, sé que lo que estoy leyendo es simplemente una precipitación parcial relativa de un mensaje divino que alguien trajo, precipitó o vió o que a alguien le fue revelado. Y que muy seguramente, en un lenguaje muy parecido pero en otro idioma le pudo haber sido revelado a otro ser. Entonces puedo descubrir que en el Coran, en la Biblia, en los escritos de Rumi, o en la vedanta esta exactamente el mismo mensaje con algunas variaciones, debidas al lenguaje y a la manera como las palabras han sido organizadas, asi como la concepción ha sido organizada. No existe ninguna escritura única que pueda contener la verdad del Universo. Es imposible que lo ilimitado sea contenido en algo finito. Lo infinito no puede ser contenido en el espacio finito de un libro. Sin embargo una escritura codificada, sagrada, puede contener una información infinita, si yo miro las diferentes posibilidades de interpretación que la escritura tiene. Tengo que entrar en algo más profundo que lo literal. Cuando yo leo tengo que desconectar el sentido de las palabras que leo del sentido que ordinariamente les doy. Lo que tengo que mirar es lo que quiso transmitir el que lo escribió cuando lo escribió, para quién lo escribió, dónde lo escribió y en que entorno lo escribió. Cuando yo encuentro en las distintas escrituras la palabra alma el significado es diferente, no es lo que yo creo que es un alma. Es diferente el alma para un cabalista. Es diferente el alma para un cabalista. Es diferente el alma para un vedantista. Es diferente el alma para un sufí. El término significa cosas distintas. Entonces lo que tengo que entrar es en la sabiduría de qué quiso decir quien escribió eso con esa palabra. A eso me refiero con entrar en la sabiduría de las cosas divinas. Qué le ha ocurrido a las personas que han estudiado esas escrituras? O a las personas que han tratado de conocer las cosas divinas mediante el proceso de interiorización. Pueden ser dos vías distintas. 1. Hay personas que entrando en la lectura profunda y en la interpretación y meditación profunda  han alcanzado la iluminación.2. Hay otros que tratando de encontrar a Dios en un estado de contemplación profunda han precipitado una escritura sagrada. Es lo que la mayoría de las veces ha ocurrido. De dónde salieron los Vedas, esos libros tan extraordinarios, la torah, el génesis, el pentateuco, los evangelios, hay escrituras sagradas en todas las cosmogonías, hasta los indígenas tienen transmisión de un lenguaje oral sagrado. En América tenemos el Popol Vuh, el cual es equivalente al libro de Dizjan de oriente y el libro de Dizjan es el equivalente a la Torah, al genésis que nosotros leímos y aprendimos en nuestra infancia como un mito. Eso tiene una profundidad impresionante. Ahí está escrito el misterio de la creación realmente. Si nosotros nos centramos en quién lo escribió, cómo fue escrito, cuales es la clave que contiene, podemos llegar a encontrar las energías subyacentes que están detrás de las palabras puestas. Cuando uno medita profundamente con mente abierta en las palabras sagradas de una escritura sagrada entonces encuentra las fuerzas subyacentes que precipitaron esa escritura. Pero también si uno va en búsqueda de la luz sin una escritura, entonces la escritura se precipitará dentro de uno. Las palabras llegarán a uno. El nuevo léxico aparecerá. La riqueza de las palabras convergerá. La organización. Puede incluso que utilices las mismas palabras. Puede que tu lenguaje no sea muy rico en términos pero descubres una nueva forma de combinar esas mismas letras, palabras y términos que hacen que lo que dices sea rico y además cuando lo dices está lleno de una energía que impregna la mente, el corazón y el cuerpo de los seres. Uno va adquiriendo eso en la medida en que encuentra un caminito para contactar con esas fuerzas sutiles divinas. Esas fuerzas sutiles divinas van abriendo un camino en la estructura, van rompiendo, van rasgando esos velos. Van entrando, van penetrando en nosotros y van ordenando y corrigiendo todas las cosas desordenadas que existen en nuestra estructura. Ahí debemos ser cuidadosos. Normalmente el ser humano es muy curioso y crítico. En este camino del discipulado debemos evitar la crítica. Cuando comienzan a salir todas esas cosas que vacía la luz cuando entra en la oscuridad y arrastra las cosas densas, van a salir en el proceso del discipulado, salen en todas las personas, bien presto está el ego para juzgar en su hermano cualquier cosa negativa que sale en su aura. Debemos es estar pendientes de la luz que está vaciando lo que salió. Quiere decir que ese ego está sacando cosas de adentro de su propia forma y no debemos fijarnos en qué, sino que debemos confiar en el proceso interior que está ocurriendo en el corazón de la persona que camina el sendero. Por eso probablemente a pesar de que algunos maestros hayan terminado mal o algunos discípulos de algunos maestros hayan terminado mal en sus encarnaciones, lo que debemos fijarnos es en la luz que transmitieron. Porque ahí está ocurriendo un proceso. No importa si la encarnación al final se echó a perder pero el proceso ocurrió porque la luz llegó. El ser al morir descubre que su estructura no estaba preparada y el exceso de luz causó un desastre. Pero cuando ese ser llega a los mundos sutiles hará la corrección suficiente y la luz que ya llegó a él, pues ya llegó. Así que nuevamente encarnará para corregir su error pero ya el proceso se dio y la luz que entró en esos seres y que nos fue transmitida, es bastante útil y debemos aprovecharla también. Entonces también debemos estar nosotros a la cacería de las formas que nuestro ego usa para expresarse, para manipular, para manifestar nuestra envidia, para expresar la ira, la inconformidad contra el día a día y la realidad misma. Y nosotros vamos observando. En la medida que nosotros quitamos esas palabras de nuestro léxico, las energías subyacentes en esas palabras, dejan de irradiar en nosotros, que son energías provenientes de nuestra propia estructura, de nuestro propio ego. Comenzamos a cambiar nuestro léxico por un lenguaje más refinado, pulido,armonioso, amoroso. Entonces las energías subyacentes a ese tipo de organización de lenguaje comienzan a inundar todo nuestro ser y vamos a ver nosotros toda la transformación que en nosotros ocurre. Es un recurso. Un amigo me decía  “Tantos años en ese grupo espiritual recorriendo,  y tratando de pulir la personalidad, y parece indomable. Y tenemos las mismas emociones, los mismos pensamientos, y no sé si es imposible dominar a este yo”. Entonces hemos encontrado un recurso mágico a través de la palabra. A través del estudio. El estudio nos transforma. El estudio nos lleva a ir más allá incluso del contenido de las palabras que nosotros leemos y estudiamos. Más que el contenido de las palabras, es la fuerza que nosotros recibimos, que es la misma fuerza que recibió quien escribió esos textos. Es la fuerza de la escritura la que uno recibe cuando la aprehende, no cuando pasa por encima, sino cuando uno se sumerge profundamente en el estudio de esos textos, cuando se pone en contacto con las ideas que recibieron los seres que precipitaron ese tipo de escritura. Esos libros tan sabios que escribieron esos maestros han sido escritos desde una conexión impresionante entre el ser y el ser espiritual que hay dentro de él. Y obedece a ciertas formas de pensamiento que se encuentran arriba del mundo del pensamiento abstracto o a lo mejor a ideas divinas que están allá en ese lugar o a lo mejor a ideas arquetípicas que están mucho más arriba, en el mundo de Budhi o espíritu de vida. Cuando nosotros estudiamos con profundidad y con respeto esos textos entramos en relación armónica con esas fuerzas y esas energías y esas energías por obra mágica comienzan a precipitarse en nuestras vidas y modifican su lenguaje. Entonces vemos que un discípulo, un Maestro empieza a hablar en forma diferente, transforma su lenguaje. Y aquella persona que transforma su lenguaje, transforma su vida, la cambia por completo. Entonces vayamos identificando algunas palabritas que nosotros podemos ponerles el delete, suprimir, a nuestro diccionario particular y vayamos buscando otras palabritas importantes que podemos añadir al diccionario interno. Reforcemos algunas a las que les hayamos dado un significado muy simple pongámosle un significado más complejo. Cambiémosle el concepto al diccionario particular y eso va produciendo transformaciones importantes en la estructura de nuestra mente y en la estructura de nuestras emociones. Por eso es importante el ejercicio de comunicarse entre personas que estamos siguiendo el mismo sendero. No es lo mismo, tratar de taladrar un túnel solo que hacerlo en compañía. Alguien nos puede prevenir que el techo de la caverna se va a derrumbar. Es importante, al compartir, enriquecemos nuestras formas de pensamiento. Si es muy útil, compartir un libro, meternos en la idea y la mente del autor para mirar las fuerzas que se precipitaron para que el llegara a ese tipo de escritura, es mucho más útil compartir nuestro sendero con mentes que se sintonizan para recibir el mismo tipo de energía. Eso crea algo que los kabalistas llaman la luz circundante. Entre más personas haya en un grupo más luz circundante se genera. Hay un poder que se llama el poder de la sinergia. Cuando nosotros escuchamos una enseñanza lo importante no son simplemente las palabras, no es simplemente la explicación racional que esas palabras tienen, no es simplemente el eco que esas palabras hacen en nuestra memoria, sino que adicionalmente, nosotros recibimos también la fuerza que comunican esas palabras, la intención que la fuerza tiene al transmitir esas palabras y permitir que esas palabras lleguen a nosotros. Con frecuencia, no es a eso a lo que estamos atentos, sino al significado, a la resonancia que el pensamiento tiene en nuestra memoria, a la comparación que hacemos entre lo que el orador está diciendo o la persona transmite. Cuando leemos un libro suele ocurrirnos lo mismo. Tratamos de hacer una traducción de acuerdo con el significado que nosotros tenemos en nuestra mente, cuando lo que debemos es, tratar de pensar como pensó el autor. Qué es lo que estaba pensando o qué es lo que quiere transmitir con este juego de palabras esta persona, que puede ser muy diferente a lo que existe en mi mente. Detrás de eso hay unas fuerzas, y uno debe un poquito como abandonarse a esas fuerzas. Tener una actitud receptiva y perceptiva de la fuerza superior que se transmite en una enseñanza, en un mensaje, en un texto sagrado, en un libro. Por eso es importante de vez en cuando uno repetir máximas sagradas. Todos los días leamos un trocito de una máxima sagrada de un maestro, de una escritura. No simplemente estamos haciendo un trabajo de autosugestión, introduciendo una enseñanza X que nos condicione, sino que estamos recibiendo la fuerza subyacente a ese grupo de palabras y junto con esa fuerza el espíritu de la palabra, y ese espíritu de la palabra misma que fue pronunciada por un maestro es capaz de transformar. Seamos muy cuidadosos con la enseñanza y valoremos el valor del estudio profundo. Hoy quiero recalcar que el aspirante al discipulado es un estudiante profundo. Alguien que profundiza. Cuando ustedes van a ver como habla un maestro detrás de la aparente sencillez, porque el maestro utiliza un lenguaje que pueda ser llevado a la persona que lo escucha, pero es un lenguaje profundo, pueden ser palabras sencillas y simples, pero el contenido y la fuerza que transmite es profundo. Y es profundo porque este maestro ha estudiado y profundizado, en textos o escrituras sagradas o en su mundo interno a través de los procesos de reflexión, meditación y contemplación. Hemos de ser estudiantes profundos de la sabiduría, a través de distintas líneas. Con mente abierta siempre para no fanatizarnos y casarnos con una sola línea porque la síntesis es lo que nos permite tener un mayor acercamiento a la verdad. Apenas es un acercamiento, porque el lenguaje es simbólico. Porque no hay nada finito que pueda contener lo  infinito. Entonces los lenguajes, las filosofías, los mandalas, los símbolos sagrados son un conjunto que nos puede llevar a una síntesis que nos lleve a conectar con el hilo de la verdad. Ese hilo conductor no nos va a llevar a un secreto escrito. El secreto profundo está detrás de la fuerza que está detrás de lo escrito, que es lo más grande, y es como si nosotros pudiéramos observar detrás de una hoja la mano, si hiciéramos a una hoja cinco agujeros y sacáramos los cinco dedos por ellos, desde el  lado de allá, sólo verían mis dedos, pero no verían lo que los conecta. Si un día rompemos la hoja, rompemos ese velo, logramos ver que detrás de los dedos hay una mano, un brazo, y un cerebro. Detrás de las palabras aisladas, de los libros, los conocimientos , los diagramas, los mandalas, hay una fuerza común que los conecta, es la verdad. Pero esa verdad, no está escrita en algún texto sagrado ni simbólico. La verdad es una fuerza. Y a esa fuerza es adonde nosotros debemos llegar. Esa fuerza es el secreto que nosotros debemos encontrar en este proceso del discipulado. Esa es la llave real. Y esa fuerza nosotros la encontramos, si insistimos en halar del hilo de las palabras en los escritos profundos o si vamos más allá de las palabras llega un momento en que la meditación en las palabras en los textos profundos sumerge nuestra mente en el mundo abstracto, porque el conocimiento de las cosas de Dios es muy abstracto. No tiene nada que ver con las cosas de este mundo, aunque hay una ley de semejanza, como es arriba , es abajo, normalmente desde abajo no logramos ver la divinidad, porque la divinidad está durmiendo en el nivel más denso. Así que nosotros, empezamos por estudiar, luego reflexionamos a través de las palabras, luego de reflexionar hacemos un estudio profundo, síntesis y comparaciones, pero en medio de todas las dudas que se presentan en un estudio profundo de síntesis, de repente, se hace un vacío y estamos en el estado de no saber, siempre hay algo que puede ser llenado en nosotros. En ese estado de no saber porque somos humildes de conocer que no somos poseedores de la verdad, entonces de repente en esos espacios que se hacen en nuestras reflexiones, cuando no logramos conectar en síntesis, dos líneas, dos conocimientos, dos ideas profundas, en esos espacios se precipita esa fuerza y esa fuerza se convierte en palabras. Eso es lo que básicamente se llama una revelación. Todos los seres humanos somos capaces de obtener grandes revelaciones, si entramos en el estudio profundo. Entonces hay que hacerlo. El estudiante del discipulado tiene que tener en claro el plan de la creación y junto con el plan de la creación, el plan de su vida. Debe ser claro y concreto. Cuales son sus objetivos trascendentales. Así como nos preguntamos todo el tiempo, qué sería lo que Dios quiso hacer con la creación, para que hizo Dios la creación, por qué estamos sumergidos en esta cadena del sansara, muertes y nacimientos, y sujetos y atrapados por el karma y los deseos, y cuál será la idea extraordinaria de Dios y el objetivo fundamental para la creación. Eso, en este sendero nos lo preguntamos muchas veces. Pero igualmente, debemos preguntarnos, cual es el objetivo trascendente de mi encarnación, cuál es mi plan de la creación, dentro de todo ese plan creador que papel ocupo yo aquí, a qué vine, y si yo estoy con mis acciones, emociones y pensamientos, fecundando ese plan, o no. O si estoy diciendo que soy un discípulo pero por otro lado haciendo otra cosa, que no tiene nada que ver con eso. Debe ser consecuente mi objetivo trascendente con mi objetivo material. Debo cumplir un objetivo material porque estoy en el mundo de la materia. Y estando en el mundo material debo crear mi estructura material, cuidarla, conservarla, sobrevivir y una serie de responsabilidades. Hacer mi Karma Yoga. Debo hacerlo y no puedo fallar en eso, porque si lo descuido la estructura se derrumba. Si los cimientos fallan la casa se cae. Entonces debo hacerlo, pero ese caminar con la estructura ese transformar la estructura , ese ir hacia unas metas estructurales, materiales, físicas, debe estar en sintonía con mi propósito trascendente. No puede ser que lo que yo haga en el mundo de la materia sea una cosa completamente opuesta a mi sentido trascendente. Entonces las dos cosas deben estar encadenadas. Debemos ser consecuentes con lo que hacemos,  lo que pensamos, lo que sentimos y lo que decimos, lo cual se llama transparencia y honestidad. Aparte de esto, debemos estar claros y definidos en nuestros objetivos de vida. Hay cosas que no caben en nuestras vidas cuando estamos en el proceso del discipulado. En el discipulado el ego no está invitado. Las cosas del ego no concuerdan con encontrar el sendero, los maestros, shamballa y la divinidad que existe en nosotros. Todas esas cosas en un acto de decisión deben ser sacadas de nuestras vidas. Nosotros aquí en este proceso, fuimos colocados porque se nos dio libre albedrio y por libre albedrio escogimos, este instante, este momento, y este sendero. Aunque el sino de cada ser en la mente de Dios esta predeterminado, dentro de la finitud, Dios nos da la probabilidad de tomar decisiones. Las decisiones que nosotros tomemos deben ser tomadas desde el corazón de Dios, desde nuestro propio corazón interior, desde nuestro segundo aspecto de la divinidad. Mas que pensar lo que necesitamos decidir, debemos sentir desde el alma el camino que nuestra alma debe seguir en nuestras vidas. Si debemos tomar la decisión de renunciar a algo hagámoslo, si resolver algo, resolvámoslo, adquirir algo, hagámoslo. No esperemos, porque nosotros debemos tener además una conciencia de la cercanía de la muerte. Estamos en el borde del precipicio porque la muerte y la vida están juntas. Nuestro cuerpo mismo nos da esa misión. El lugar por donde eliminamos nuestros desechos, está a pocos centímetros del lugar donde surge la simiente de vida. Como la luz y la sombra, el uno al pie del otro. La vida y la muerte que son simplemente la misma cosa, de un proceso trascendente visto desde dos orillas diferentes, las debemos tener aquí presentes, no sabemos durante cuanto tiempo nosotros podemos realizar este proceso en esta encarnación. Bien podemos desencarnar mañana o bien dentro de cien años. Sin embargo, el objetivo debe trascender no solo la existencia como encarnación , sino  el tiempo. Debemos estar trabajando constantemente, como si el día de nuestra muerte fuese mañana. Preguntarnos constantemente, si voy a morir mañana, lo que hice de trascendente en esta encarnación realmente vale la pena, o pude haber hecho más. Uno siempre verá que puede hacer más, que puede sacarle el tiempo. Entonces debemos hacer aquí un balance. Dentro de nuestra dualidad y temporalidad, el tiempo que le dedicamos nosotros a este proceso es cuanto en relacion con el tiempo que dedicamos a las cosas terrenas. Cuanto tiempo sacamos nosotros para autoobservarnos, para recordar que somos seres trascendentes, para la meditación, para la oración, para la retrospección, autoevaluación, lo estamos haciendo en todos los actos, hechos y cosas de nuestras vidas? Estamos autoobservando nuestros pensamientos, nuestras palabras constantemente? O solo dedicamos 15 min en la mañana para la espiritualidad y 23 horas y 45 minutos para la materialidad. Entonces nuestro objetivo es trascendente o es material? Debemos intentar que cada vez más involucremos tiempo de nuestra encarnación en el objetivo trascendente. Y podemos vivir en un perfecto equilibrio. Estar a Dios rogando y con el mazo dando. En la medida en que estamos trabajando, haciendo nuestra labor, cumpliendo nuestro deber, manteniendo nuestra relación con las personas, cumpliendo nuestro papel en esta civilización, en este mundo, porque cada uno de nosotros es un grano para la formación de esta civilización. Esta civilización no podría ser si todos estos granos se quitan. Sin humanos no hay civilización humana. Todos los humanos formamos esta civilización y yo soy una pieza clave en ese paquete. Y debo cumplir mi papel en ese paquete, pero estando desempeñando ese papel debo estar en el equilibrio de lo trascendente. El papel lo cumplo, pero el objetivo no es meramente humano o material, sino que es un objetivo de la divinidad para algo, y lo debo hacer de la mejor manera posible. Debo estar conectado permanentemente con la conciencia de la divinidad que hay en mí y el papel trascendente que cumplo en esta encarnación. No debemos tener como un switch, el switch de la mañana meditación, modo conciencia, on. Luego apago el switch y paso al modo materia y me sumerjo en el mundo y el mundo me maneja.. surgen las emociones, y ni las observo, por la noche vuelvo y apago, switch civilización apagado, otra vez prendo el switch conciencia. Si el switch de mi conciencia se prende y apaga pocos minutos durante el día quiere decir que el ego trabaja más que la luz. Pero si yo decido un día y por qué no dejo el switch encendido, la luz de la conciencia se ilumina, la oscuridad del ego no tiene cabida más, y decido no me quiero evadir, no me quiero sumergir en el mundo de la satisfacción de los deseos, en el mundo de la perturbación sensorial, voy a utilizar esos elementos y esos recursos del cuerpo, de la energía de las sensaciones, de las emociones y de la mente para mi objetivo trascendental. Así que los voy a organizar, los voy a pulir, los voy a hacer más perfectos, con el objetivo de que sirvan bien para aquello para lo que fueron creados. Los sentidos de percepción son maravillosos, son extraordinarios, pero pueden ser también nuestra perdición. Eso que los antiguos llamaban la lujuria, que luego el concepto se pervirtió y fue transformado en una mala utilización de la energía de la sexualidad, no es eso. La lujuria es el uso desordenado de nuestra capacidad de percepción. La lujuria sexual es una perversión de nuestra capacidad táctil. Pero hay lujuria de todos los sentidos, que es simplemente tratar de exagerar el placer que sentimos a través de un órgano de los sentidos. Y los sentidos no fueron hechos para eso. El gozo real que es uno de los componentes de la divinidad, visto acá desde la dualidad, viendo la divinidad con componentes, Conciencia, conocimiento y gozo son las 3 cualidades del Ser Divino. Ese gozo no tiene nada que ver con el placer sensorial, es el gozo espiritual, el disfrute de los sentidos es una perversión del ego, de la capacidad de percepción generada por el ego, por nuestra oscuridad dentro de este nivel o plano. Entonces un buen día yo debo decir, el ojo fue construido para lo que fue construido, para ver, y asi con todos los sentidos, cada sentido tiene un objetivo fundamental. Pero nosotros nos sumergimos, en el placer que esos sentidos nos dan. Y a veces usamos los sentidos simplemente por el placer. Cuando uno come, casi siempre uno come por la lengua, pero se le olvida para donde va el alimento. Por eso llenamos este mundo con alimentos tóxicos innecesarios, pero siguen ahí porque esos alimentos le producen placer al sentido del gusto y por eso la humanidad los sigue consumiendo . Porque es placentero comerlos. Pero no pensamos en todo lo que le va a pasar al organismo al introducir eso que aunque fue placentero no es benigno. Las percepciones sensoriales, están muy asociadas al pensamiento nuestro, porque nuestro pensamiento es el resultado de una organización sistemática, de conceptos que han sido derivados de las percepciones sensoriales. Nosotros nos pusimos de acuerdo en el mundo para llamar a las distintas percepciones por un nombre. Por eso, este es el mundo de los nombres y las formas. Tal cosa con tal nombre, se asocia con tal forma. A cada cosa le damos un nombre y un calificativo, y hacemos definiciones basadas en las percepciones. Las percepciones son cualificadas por el ser. Aprendimos a calificar todo lo que vemos desde la dualidad.(bonito-feo, me gusta-no me gusta, me atrae-no me atrae), todo es un archivo dual. Cada uno de nosotros, tiene un diccionario de eso, muy particular. Cada uno ve el mundo diferente con base en nuestra percepción sensorial. En algunas cosas puede que concordemos, pero no siempre. Hemos distorsionado el papel que los sentidos tienen para observar el mundo. El objetivo de los sentidos es poder captar parte de la vibración del mundo, podernos mover dentro del mundo, poder sobrevivir en el espacio donde estamos desarrollando nuestra propia creación. No es generarnos placer. Nosotros distorsionamos eso aquí en nuestra encarnación. Debemos estar todo el tiempo atentos de lo que nuestros sentidos hacen. Porque a través de ellos, el ego nos fuerza a hacer aquello que lo satisface. Esto es parte del proceso de purificación. Muchas veces hablamos de purificar el cuerpo. Pensamos que la dieta es muy importante en el proceso espiritual. Si y no. No es lo fundamental. No por tener una dieta como la de un ángel nos vamos a iluminar. Hablamos de purificar la energía, las emociones, la mente. Pero no hemos hablado nunca de purificar nuestro proceso de percepción. Si solamente trabajásemos en purificar el proceso de percepción, podríamos llegar a un gran avance en el acercamiento a la realidad. Hemos de abordar cual es el proceso de percepción y al hacerlo descubrimos el sentido real de los órganos de los sentidos y rompemos la ilusión que nosotros tenemos de la realidad cuando percibimos. Porque casi todo lo que sucede a nuestro alrededor es una ilusión, una ilusión creada en nuestro mundo interior mental construida gracias a nuestra percepción sensorial. Nosotros no podemos ver en el presente porque todo nos llega tarde ya a los órganos de percepción. No vemos las cosas como realmente son, sino que captamos las percepciones, de luz, de sonido, de textura, las vibraciones químicas que llegan a nuestro olfato o a la lengua. A través de ellas, construimos la idea de una forma y el concepto de algo que estás allá afuera. Pero a eso que está allá afuera nosotros no lo vemos directamente, simplemente, vemos las vibraciones. Con base en eso, nosotros construímos una realidad, alumbramos un mundo en nuestro interior y nos ponemos de acuerdo con los demás para tratar de alumbrar el mismo mundo, dándole a las mismas vibraciones los mismos nombres y asociándolos a las mismas formas. Pero eso que hemos construido nosotros, lo que creemos ver, oir y sentir, es una ilusión construída por nosotros mismos. La realidad está más allá de esa percepción sensorial. Los sentidos están ahí para que nosotros nos hagamos una mediana idea del hábitat en que hemos sido colocados, y para que hagamos el ejercicio de traducir, a partir de esas vibraciones y percepciones una  realidad. Ese proceso debe ser purificado cada vez más, al punto que no haya distorsiones entre lo que hay afuera y lo que se percibe adentro. Es un proceso difícil que solo se logra cuando uno tiene un alto nivel de visión, de audición, de percepción, cuando su mente esta alerta y atenta a qué es lo que realmente percibe cuando ve , oye, gusta, huele o toca, cuando busca cuál es la intención del ser interior cuando usa cada uno de los órganos de los sentidos. A veces notamos como el ego se vale de los sentidos para llevarnos a caminos que no son o que son simplemente los caminos de la satisfacción. Para una persona normal, entre más satisfacciones obtenga, más feliz es en este mundo. A esto se dedican  los medios de consumismo. Nosotros utilizamos ese mismo lenguaje para vendernos a sí mismos a los demás o poder comprar de los demás lo que nos quieren vender. Caemos en ese juego distorsionado de la percepción. Si se purifica ese lenguaje de la percepción sensorial, se hace una gran tarea, porque le impide al ego utilizar los recursos de la percepción sensorial para distorsionar la realidad y el propósito de la encarnación. Y esto es tan importante que nos puede llevar a superar muchas manías, muchos defectos, muchos hábitos y muchos vicios de nuestro ser interior, en los cuales hemos sido condicionados en todo el transcurso de nuestra vida, no por maldad sino porque los seres que nos enseñaron creen que eso es lo que hay que hacer. Es la ignorancia de la que habla la Vedanta, debe ser desterrada de nosotros con el objeto de que maya no gane terreno. Maya es la ilusión de la realidad. El mundo, por supuesto es una realidad, visto desde la dualidad, pero desde la mente de Dios es simplemente un sueño. Debo mirar cuando veo, qué es lo que veo y qué es lo que eso hace surgir en mi pensamiento, cuando veo con qué me conecto, con qué emoción. Qué cosas de las que veo me impactan y me generan sensaciones emocionales especiales hacia lo alto en vibración  o hacia lo bajo en vibración, cuando escucho a donde me conduce lo que escucho, las palabras, los tonos, la música, la entonación, los sonidos de la naturaleza. Qué produce en mi elevadas vibraciones y qué bajas vibraciones y quién definió que eso fuera así. Y como puedo yo hacer que la percepción sea pura sin que la emoción tome control. Hablamos de romper el velo astral. No permitir que el pensamiento esté viciado o contaminado por la emoción. Tengamos claro que es emoción y que es pensamiento. Y que cuando yo siento, siento, y cuando yo pienso, pienso. En el proceso de percepción por los sentidos, debo diferenciar entre una percepción pura y una percepción contaminada por la emoción, para que la percepción llegue al nivel del pensamiento y para que la percepción no genere en mi vibraciones de un orden bajo, sino que genere vibraciones de un orden muy elevado. Yo puedo crear un filtro para que así sea. Porque yo fui quien definí cuál es mi proceso de percepción y yo soy el que me permito a través de las percepciones clasificar lo que me agrada o lo que no me agrada, lo que me genera placer o lo que me genera disgusto, lo que me gusta y lo que no me gusta. Yo he creado ese filtro, pero yo lo puedo cambiar. Si algo me genera una emoción negativa, cambio el filtro y digo puedo observar esa realidad, sin que eso tenga que modificar mi emoción?, y puedo adquirir el hábito de hacerlo?, hasta el punto de que cualquier cosa que ocurra a mi alrededor soy consciente de que simplemente es una percepción secundaria de una realidad que mi ser percibe a través de una vibración. Lo puedo hacer desde el ángulo de la imperturbabilidad. Debemos, aprender a ser imperturbables. No ponerle emoción a cada cosa que está ocurriendo alrededor. Lo que sucede alrededor, es, está ahí, se precipita por alguna razón. Yo soy el que lo interpreto. La realidad simplemente ocurre. Yo la interpreto, generalmente, con emoción. Yo soy el que reacciono frente a lo que está allá afuera. No es la realidad la que se precipita con el objeto de hacerme reaccionar, a eso me refiero con purificar el proceso de percepción. Que los impactos del mundo externo, no generen en mí, lo que no deseo que esté ahí. Y en saber que no es lo que ocurre allá afuera lo que tiene el poder de perturbarme a mi. No fue diseñado por la naturaleza para generar lo que se está generando en mí. Yo soy el que decidí, lo que está sucediendo afuera que impacto debe generar en mí. Lo decidí o lo permití porque he sido condicionado por la experiencia, por los traumas, por los shocks, por el condicionamiento, por el lenguaje , por la forma en que aprendí a aprender. Estoy condicionado. Pero debo ser consciente de eso y descondicionarme de ese proceso mediante una conciencia diferente del proceso de percibir. Esto es algo muy profundo en lo que nosotros debemos entrar todo el tiempo. Cuando a nuestra mente se le dé por pensar en cincuenta mil cosas, y le entren cucarachas, entonces digámosle, cambio de página porque ahora voy a analizar el proceso de percepción. Y entramos con un tipo de reflexión de esta naturaleza y todas las cucarachas de la cabeza se van. Entre más tiempo tengamos de nuestra vida para analizar estos procesos, y con más disciplina nosotros eduquemos nuestra percepción para que no estimule a nuestro cuerpo astral inferior, cada vez que nosotros hacemos esa depuración avanzamos hacia un proceso de percepción puro, en el que no observamos la realidad como mala ni como buena. Simplemente observamos la realidad, no hay dualidad. En el infinito, en el Absoluto, no hay dualidad. Si hemos de encontrar la luz interna que hay en nosotros, hemos de trascender esa dualidad, la temporalidad. Lo hacemos si nuestros objetivos de vida, son trascendentes, están más allá de la posibilidad de la vida o la muerte, están más allá de esta encarnación. Yo estoy haciendo un trabajo. La muerte es algo ocasional, es momentánea, es simplemente una estación en el trabajo que yo estoy realizando, para mi no cuenta con que se me está acabando el tiempo. Tampoco me debo ir al extremo de me queda toda la eternidad para hacer el trabajo. Porque eso no me libera, sigo atrapado en la temporalidad. La única forma de encontrar la chispa de la divinidad que hay en mi , mejor, cuando ella encuentra la estructura y la ilumina, es trascendiendo la dualidad y la temporalidad. Solamente cuando la estructura está preparada para recibirla. “Cuando el alumno está preparado, aparece el Maestro”. Podemos también decir, cuando el alumno está preparado, aparece la luz. Y solo entonces, porque si no, la luz funde, quema, destruye. En nosotros existen zonas de luz y zonas de oscuridad. La oscuridad, la maldad, el mal en nosotros, existe ahí, está ahí, y lo agarra el ego por nuestra insistencia de permanecer en la ignorancia. Pero de vez en cuando nosotros debemos pensar, qué es la ignorancia, cuál es la realidad, cuál es el método que yo debo utilizar para percibir la realidad, porque si hay una chispa de la divinidad que está dormida en algún lugar dentro de mi, esa chispa es ilimitada, es infinita, es omnisciente, es omnipotente. Y esa chispa tiene que captar esa infinitud, eso ilimitado, esa omnisciencia, esa omnipotencia. Ese es el método de percepción real de la luz. Los sentidos son temporales, son instrumentos de la estructura para ubicarse dentro de un determinado contexto, pero no son el método de percepción de la realidad. A través de los sentidos jamás percibiré la realidad. Por eso algunos seres sabios afirman que desde la condición humana es imposible percibir a la divinidad. Porque es difícil, salir de su condición humana, es difícil aprender a percibir sin sus sentidos de percepción. Es muy difícil reconocer que el método para percibir la realidad no es la percepción sensorial que nosotros hemos realizado.  El verdadero método es la meditación. La estructura construyó los órganos de los sentidos, para sobrevivir en el plano donde fue creada. El gusto se entrenó a través de la experiencia para que el cuerpo no se envenene cuando yo como, el oído para guiarme, la visión para caminar sin tropezar, cada uno de los sentidos fue diseñado por la madre naturaleza con el objeto de que esta estructura pueda sobrevivir de la mejor manera posible, evolucione y se haga una estructura con una evolución neuronal, cada vez más compleja que le permita estar al tanto de lo que ocurre en el alrededor ambiente. Pero esos sentidos fueron diseñados para percibir aquí, en el plano físico. El Ser interior se vale de ellos, pero no fueron diseñados para percibir la realidad. La realidad de lo ilimitado trasciende a la estructura sensorial. Como nuestros órganos de percepción son el principal distractor de nuestro proceso y son el principal instrumento que el ego usa para distraernos del proceso, hemos de educar la percepción sensorial, todo el tiempo, al tiempo que educamos la palabra. Debemos estar atentos al proceso del pensamiento y al proceso de la palabra, porque las fuerzas subyacentes de la luz, de la divinidad que están dentro de mí, permean a través de este proceso la encarnación, porque es el último juguete que nos dieron, la mente y la capacidad de pronunciar palabras, la capacidad de crear el fiat creador, estando en el plano de máxima densificación. Pero perdimos de vista el poder de las palabras, del lenguaje,del pensamiento. No nos fue dado el pensamiento para entretenernos. Ni la capacidad de imaginar con el objeto de tener placer por la imaginación. Ni nos fueron dados los sentidos para disfrutar del poder sensorial y crear deseos cada vez más grandes de satisfacción a través de los sentidos. Los sentidos están ahí para percibir con mayor detenimiento el alrededor ambiente donde yo me muevo con el objeto de que la estructura no se autodestruya, para eso fueron hechos. La percepción de las cosas de Dios trasciende los sentidos. Entonces al maestro que no está encarnado, nunca lo vamos a oír con este oído físico, no va a decirnos la palabra mágica ni a decirnos “oiga Juanito, te llamo desde ultratumba, soy la voz de tu conciencia, para darte el siguiente mensaje. No se va a oír en el mundo físico.” Igualmente, nunca lo vamos a ver con el sentido de la vista física , a menos que por alguna necesidad altamente excepcional, el maestro se precipite, atraiga hacia su forma energética una serie de átomos y moléculas físicas y sea visible a la visión física, porque decida que tengamos un reflejo de él o le tomemos una foto. Pero si no le encuentra un sentido trascendente a eso, pues no lo va a hacer. Lo normal, es que esta vista física no nos va a permitir ver a ninguno de los maestros de la Jerarquía. Debe haber una visión interna que nosotros llamamos el ojo que todo lo ve, el cual es la divinidad que existe en nosotros. Aquí hay un ojo, reflejo del ojo que todo lo ve, en el chakra del tercer ojo. Pero para que ese ojo se abra, la percepción de la divinidad que hay en mí, debe haber hecho un recorrido y un camino. Tiene que haber despertado la chispa de la divinidad. La llama tiene que haber alumbrado, para que Kundalini suba y abra el ojo, mientras tanto, eso no va a ocurrir. Si tenemos algún tipo de psiquismo y percepción somos seres bendecidos y afortunados en poder percibir  las cosas de otros planos, con una visión nítida. Hay muchas distorsiones adicionalmente de las cuales debemos estar atentos en el camino del discipulado para no caer en un delirio. Porque a veces se vuelve uno romántico y la imaginación le puede jugar una muy mala pasada. La imaginación es brava, la loca de la casa y la mente puede crear ilusiones, porque si nada más los sentidos viven en una permanente ilusión, de la que no somos conscientes, imagínense en el mundo interno, está nuestro Yesod el ego, que es el lugar en kabbalah donde se precipitan las imagenes, el ego es el campeón de las imágenes, el dueño de las imágenes, el dueño de la imaginación, por eso durante la meditación uno debe dejar que las imágenes pasen y no hacer meditación con imágenes, porque ahí se cuela el ego y nos juega malas pasadas y nos puede hacer ver lo que queramos. Una visión interna de un Ser especial, de un Ser de luz, de un Maestro, no es el producto de la imaginación, no llega a nosotros porque la queremos ver. Cuando el Maestro aparece no estamos pensando en el. Surge, aparece la visión en el mundo interno. Y lo vemos con un ojo interno distinto, diferente, es una cualidad distinta, que debemos aprender a usar, primero debemos despertar y luego aprender a usar. Pero eso surge tiempo después de que soy aceptado como discípulo. Y para eso necesito hacer un recorrido largo, y a lo mejor a veces el objetivo ni siquiera es ver, percibir, aquí no debemos caer en esas ilusiones románticas de ver o no ver, no debe ser eso lo que nos atraiga. Ver para el otro lado. Para que querríamos ver si no podemos entender. Viviríamos espantados de todo lo que vemos. Si nunca hemos estado en una selva, y nos sueltan en la mitad de la selva, allá en paracaídas, y empiezan a aparecer una cantidad de bichos y alimañas que nunca hemos visto, vamos a entrar en pánico, aunque a lo mejor sean inofensivas. Pero usted cuando las vea pensará esto morderá, comerá, picará, me matará. Imagínense uno caminando en medio de una selva, en la que nunca estuvo, en la mitad de la noche y sintiendo que pasan muchas cosas alrededor. En el mundo astral, ni siquiera sabe uno lo que ve. Aún después de mucho tiempo de entrenamiento en el discipulado, a veces uno entra en algunas regiones del mundo astral y está absolutamente sorprendido, de ver la cantidad y multiplicidad de seres que hay allí, que uno no conoce y en un momento dado tiene que pedir salir de allí porque no sabe si lo que está viendo es un demonio o un Dios. Entonces, ver no es el objetivo. Experimentar fenómenos no es el objetivo, lograr recibir un mensaje no es el objetivo. El objetivo es lograr la transformación que permita que la luz comience a irradiar dentro de mi, es lo que me da claridad acerca de la realidad. Eso es lo fundamental en este proceso. Por eso es que el proceso de percepción debe ser purificado, para que uno sepa lo que sus sentidos generan. El filtro que yo le he puesto a esos sentidos, lo que yo me permito sentir cuando los veo, las emociones que invoco frente a lo que ocurre afuera, mi proceso de percepción personal. Yo tengo que irlo purificando de tal manera que simplemente cuando yo veo, veo, cuando yo oigo, oigo y así con todos los demás sentidos, no tiene que estar asociado, sino que percibo la sensación como tal y no permito que una emoción determinada, particularizada, específica y única esté asociada a ese tipo de percepción. Puedo ampliar el rango de la percepción y no dejar que se distorsione o trastorne mi emoción. Cuando yo hago ese proceso de purificación de la percepción y ampliación del rango de percepción, entonces puedo andar por el mundo habiendo eliminado el 99% de las tentaciones de lo oscuro. Ahora me quedan las del mundo interno y ahí tengo que vigilar el otro poder. El poder de imaginar. La imaginación puede ser de dos sentidos. Tiene su lado luminoso y su lado oscuro como la luna. Es el ego también. El nos muestra su lado luminoso y bonito. El lado oscuro no nos lo muestra. La imaginación tiene dos partes. Puede ser la imaginación del ego o la imaginación creadora. La imaginación creadora nos permite construir, crear un plan, idear una proyección hacia algo, hacia lo que yo me dirijo en forma trascendente. La imaginación del ego trata de desviarme para tener satisfacción a través de las imágenes que percibo. Entonces también tengo que ver lo que aparece en mi mundo de imágenes internas. Por lo general, esto que aparece tiene que ver con el universo que yo he construido a través de esos conceptos en un mundo que he determinado bajo un marco de nombres y formas, palabras, cualidades, etc… La imaginación creadora es algo más allá, que trasciende la forma. Suele no tener imágenes convencionales, suelen aparecer formas, arquetipos , movimientos geométricos, luz, etc.. tiene un lenguaje diferente, de la imagen que nos trae un significado interior. Al igual que hay una fuerza atrás de un pensamiento en palabra, existe una fuerza atrás de una imagen. Entonces, yo tengo que ver si es una fuerza de carácter superior o si es una fuerza del ego. Si es una fuerza proveniente del ego, tocará algún resorte de mis emociones, de mis recuerdos, de mis pensamientos, de mi pasado, o algo que me produce placer en el futuro. Tocará ese resorte y me introducirá en un mundo de excitación emocional emotiva e instintiva. Si es mi imaginación creadora, mi emoción  y mi mente permanecerán  imperturbables. Cuando uno encuentra el extasis de la contemplación, éste supera al mundo emocional. El extásis de la contemplación es del mundo del espíritu de vida y eso no tiene nada que ver con mis resortes emocionales. No es astralismo, no es placer ordinario de los sentidos, ni placer instintivo. El gozo de la divinidad es algo totalmente diferente, trasciende incluso a la percepción de la estructura. Entonces tengo que entrar en un trabajo profundo de análisis, de observación de lo que ocurre con mi imaginación. Es lo que hacemos nosotros de alguna manera chiquita con el ejercicio retrospectivo. Al principio solo me siento y veo la película. Pero después el mismo ejercicio, le va a dar relevancia a aquellas imágenes y recuerdos que impactaron mis emociones. Y eso es lo fundamental real del ejercicio, no es para sentirme culpable. El objetivo real es ver como la imagen, el recuerdo es un resumen en mi mundo interno del impacto que la realidad generó en mí en el momento en que el hecho ocurrió y qué es el mismo fenómeno que se da cuando la imagen vuelve a aparecer en mi mente, y es darse cuenta de ese hilo conector que hay entre el hecho, la realidad, la imagen y el mundo astral. Y la capacidad que tengo yo para dirigir y controlar ese mundo astral y la distorsión que hay entre la percepción de la realidad y lo que está sucediendo en mi mundo interno. Uno cuando se va al otro plano, aquí al dormir, allá no se va a un juego de emociones e imaginaciones y recuerdos simplemente. Uno se sumerge en un pequeño purgatorio de arrepentimientos y culpa. El espíritu hace un proceso profundo de análisis del proceso de percepción. Entonces tiene uno que conscientemente aquí cuando imagina, cuando le vienen imágenes al pensamiento, ser consciente del impacto que esas imágenes tienen en su mundo emocional. Porque el ego utiliza el recurso de la imaginación, con la misma intensidad que utiliza el resorte de nuestra percepción sensorial para estimular todo el mundo astral inferior. Porque eso le da poder. Entonces entre esos dos trabajos purificar el proceso de percepción sensorial y filtrar y purificar el proceso de la imaginación, yo ya he alcanzado un cierto nivel. Ahí, tengo trabajito para años. Que tal si yo dejo el switch de la conciencia prendido todo el tiempo, y en vez de hacerlo una o dos veces al día, estoy atento todo el tiempo. Uno lo puede hacer. La gente que ha estudiado el proceso de la conciencia descubrió que era un buen recurso estudiar con música, porque como la música es algo que le agrada, el inconsciente asume que el conocimiento que está adquiriendo está relacionado con la música y entonces se memoriza aunque se estén haciendo varias actividades a la vez. Entonces nuestra atención si puede estar enfocada en un nivel alto de conciencia en la medida en que hacemos nuestro trabajo en el mundo físico. Ese es el estado en el proceso del discipulado en que nosotros debemos estar. 100% el switch de la conciencia en on. Todo el tiempo nuestra mente iluminada. No hay oscuridad. Ese es el estado de la chispa de la divinidad que existe en mí. Existe una sola cosa y es la luz ilimitada. No hay dualidad allí. Es el trabajo en que debemos enfocarnos en este proceso. Entonces, recuerden purificación del proceso de percepción sensorial y purificación del proceso de imaginación. Si no es así no vamos a llegar a hacer meditación. Porque cuando cierro el ojo aparece la imagen y si el proceso no está purificado termino en el mundo astral. Cierro el ojo, y empiezo a oir ruidos, y termino en el astral, donde el ego quiere que yo esté, en el mundo instintivo, porque a veces las percepciones sensoriales están conectadas para que automáticamente despierten nuestras reacciones instintivas, de búsqueda de placer y de la evitación del dolor, mecanismo primario del proceso de la vida para la supervivencia. Entonces el ego a través del cuerpo físico y de la percepción comienza a jugarnos malas pasadas. Pero si está purificado el proceso de percepción sensorial y está purificado el proceso de la imaginación..que mas le queda al ser que el mundo mental. Ya no hay acceso al nivel astral, entonces cuando pienso, pienso. Y después debo purificar el proceso mental, que es la forma como yo organizo los conceptos, las ideas y las palabras en mi mente. Como veo como hay diferentes niveles del pensamiento, diferentes niveles de la mente hasta que llego a la mente abstracta y luego organizo y purifico el nivel de la mente de tal manera  que lo que llamamos la mente abstracta,el mundo de las ideas verdaderas y los arquetipos originales sea lo que realmente esté en la mente. Cuando logremos eso no hay distorsión mental. No hay distorsión de la realidad por el proceso del pensar, que es el obstáculo más grande de todos, del ego. Vamos agotando posibilidades hasta llegar al obstáculo más grande, porque uno piensa que cuando ya esté en la mente que rico, si es el obstáculo más grande. Como dijo Helena Petrovna Blavatsky, “la mente es la asesina de lo real”, porque ahí está el mundo de los conceptos y nosotros no podemos ver la realidad a través del concepto. El concepto, la palabra, la definición es simplemente el disfraz de la fuerza subyacente que está detrás de. Entonces yo tengo que entrar por la palabra a la fuerza que está detrás de ella. Porque la realidad y la verdad están más allá del mundo de los nombres, de las formas, de lo limitado. Todo concepto por hermoso que sea es limitado. La palabra limita, el pensamiento como tal limita. Y lo ilimitado está más allá de lo que subyace. Es el juego de la creación. Lo ilimitado construye lo limitado. Entonces la luz es la que construye el pensamiento y la palabra que es limitada. Para poder encontrar la luz hay que salir de lo finito, de lo limitado, de lo conceptual, de lo encerrado, por eso hacemos el ejercicio de no limitarnos a un solo tipo de conocimiento, porque nos limitamos en los conceptos. Fuera de que el concepto es limitado, estudiar conceptos de algo limitado, lo hace doblemente limitado. Entonces caemos en la trampa fundamental del ego. Entonces conciencia y atención permanente de nuestra percepción y de lo que ocurre en nuestro mundo interno, en todo momento. Hagamos el proceso de que la conciencia esté todo el tiempo alumbrada, sino iluminada por lo pronto alumbrada con esa luz que viene cuando yo he creado el estado de no saber. Recuerdan cuando a este gran sabio le preguntaron que era lo que sabía y el les contestó: “Sólo sé, que nada sé”. En el conocimiento el estado de no saber es el estado de la humildad del conocimiento. Sólo puedo recibir la luz del conocimiento verdadero cuando tengo humildad en mí. Cuando digo yo de verdad, de cómo funciona el mundo no tengo ni idea. Entonces el Dios creador, la luz ilimitada lo va a llenar con su luz. Mientras yo crea que me las sé todas, pues está lleno de cosas, de ilusiones, de maya. Entonces tengo que vaciarlo, ser honesto y ser transparente. No pensar jamás que sobre algún tema yo sé suficiente. Siempre habrá algo que puedo recibir. Porque la luz que va a penetrar en la mente es ilimitada. La divinidad es ilimitada. Jamás podré contenerla. Mi mente finita no la puede contener. Solo percibiré la realidad absoluta cuando me disuelva en la divinidad pura. Mientras tanto solo tendré vislumbres de la luz que habita en mí. No hay que desesperar en el trabajo del discipulado. De hecho, ha sido un logro pisar la puerta de este sendero. Poder en una encarnación descubrir que estoy aquí encarnado. Existo. Soy. Mas no soy un ser individualizado, es la divinidad permeando a través de mí. Lograr tener este concepto ya es un logro grande porque termina con uno de los pecados más grandes del decálogo que es la idolatría. Dejo de creer que el yo externo es Dios y descubro la divinidad que fluye en todo. Me vuelvo humilde. La humildad es necesaria en este proceso. Hay que distinguir en el proceso del conocimiento varios caminos. Uno es el conocimiento de las cosas del mundo, que es necesario para que yo esté en este mundo. No quiere decir que porque yo esté en un camino espiritual entonces me deshaga de las realidades de los conocimientos de la ciencia.Son un lenguaje que nos permite de todas maneras acercarnos a las cosas del mundo. Yo puedo ser un ser espiritual siendo un científico, perfectamente, no hay incompatibilidad en ello. Una es la visión desde la dualidad, y la otra es la visión desde la no dualidad. Al igual que Dios hace, por un lado es ilimitado e infinito y por otro lado hace la creación que es finita. Lo debo hacer para poder sobrevivir en este mundo. Porque es aquí donde voy a recibir la iluminación y es aquí donde mi estructura está así que debo conocer también las cosas del mundo. Pero existe un conocimiento superior, el conocimiento de las cosas de Dios, que surge cuando el ego se ve y atrás hay una cara oculta. Eso solo comienza a llegar cuando el ego es transpuesto. Pero incluso en ese momento corro el peligro de caer en el abismo, de envanecer, de pensar que porque sé un poquito más soy avanzado. Y no, en este sentido todo ser sin importar nada, sigue siendo una chispa de la llama de la divinidad. Cuando adquiera un poquito del conocimiento de las cosas de Dios, debo luego invocar la comprensión del conocimiento de las cosas de Dios. Es un estado superior al simple conocimiento. Entonces, al principio cuando yo entro en un estado de meditación profunda, cuando hago estos filtros, cuando purifico estos sistemas de mi mente llego al conocimiento de algunas cosas de Dios, del mundo de la divinidad y empiezo a creer que esa es la verdad. Eso aún no es la verdad, es un reflejo. Tengo que adquirir una comprensión más profunda que es llegar a la fuerza subyacente atrás del pensamiento y la palabra. Esto es comprensión, entendimiento, pero más arriba del entendimiento está la sabiduría plena, que es la inteligencia universal, la inteligencia cósmica que proviene de Mahat, la mente divina. Cuando llegue ahí estoy iluminado. Y ahí me puedo poner en el camino de Dios y puedo entrar al templo divino. Al ser interno que hay dentro de mí. Entonces hablamos de conocimiento ordinario, conocimiento de las cosas y misterios divinos, entendimiento y sabiduría. Al final encuentro la conciencia de Dios y seguramente que habrá otros dos pasos en este universo septenario. Aún tengo que desarrollar la conciencia ilimitada y después la omniconsciencia. Ahí están todos los pasos para este proceso de hallar la luz interna dentro de mí. Hallar la luz es hallarlo todo. Porque en el ser ilimitado lo único que existe es la luz infinita. Entonces si encuentro la luz, lo encuentro todo. En el discipulado no hay que desesperar. Hay que avanzar. El proceso del desarrollo espiritual está en consonancia con el ciclo cósmico. Ahí están las 12 fuerzas. Y también encuentran las otras 7 y las otras 3. Hay un proceso individual personal que está de acuerdo con mi carta natal. Los aspectos de mi carta natal determinan como me va a mi. Qué es lo que tengo que trascender. Tengo que ubicarme en el proceso. Si se ha probado que mi intención es recta, que busco la luz por la luz misma, no por el ego de tenerla, entonces soy aceptado como discípulo del maestro. La cual es una experiencia perfectamente consciente y trascendente y conmovedora. El te acepta para que seas un difusor de la luz. Entonces, si te aceptó, dónde está el mensaje del maestro, la enseñanza, la obra, la sabiduría que fluye de ti y donde está lo que reflejas tú en tu vida acerca del contacto con el Maestro. El discípulo aceptado da prueba de realidad evidente en cuanto a conocimiento. No importa por cual camino, por cual rayo entró, tiene un mensaje de conocimiento nuevo que trae al mundo,  un mensaje de síntesis.
Referencias para leer
Mandamientos de Gutier.
Artículo sobre etapas del discipulado del blog de Jose Vicente Ortiz.

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